lunes, 21 de abril de 2008

Un poco de todo

Raro, no digo diferente digo raro, ya no se si el mundo esta al revés o soy yo el que está cabeza abajo. Y es que aquí son habituales las situaciones raras. Un tío acaba de llamar a la puerta para pedirnos un cigarro. Si, como el que va a pedir sal al vecino. Pero lo mejor de todo es que no lo quería para fumar. Lo quería para cicatrizarse una herida de mierda que tenía en la mano. Ya podíamos tener Betadine, algodón y tiritas, pero no, el tío quería un cigarro.

La verdad es que estos últimos días han estado curiosos. He asistido a cuatro fiestas en cinco días. El miércoles, en la típica reunión en el apartamento de unos de Fiji. El Viernes en la despedida de un francés llamado Joseph, que se realizo en la zona común del apartahotel de una colombiana que conocemos llamada Bibi. El Sábado fue el cumpleaños de un saudí llamado Mohamed (aunque traduce el nombre para que le llamen Michael) Lo celebró en su apartamento de lujo comprando bebercio para todos. Como se nota que los saudies están montados en el dólar (bueno, ahora mejor decir en el euro) Hubo cava catalán y también hubo que tirar la puerta del baño abajo. Una fiesta no es una fiesta sin derribo de puertas. Y para cerrar la semana de la fiesta, ayer estuvimos celebrando el cumpleaños de Felipe, un chileno. Fue con una barbacoa en su casa. Bueno, en la casa de la familia con la que vive. Por cierto, la hija, que era negra y oriunda, parecía sacada de Estados Unidos. Ya sabéis, las que hacen el característico movimiento de cabeza acompañado por la mano. El Miércoles, Felipe, el cumpleañero del Domingo, me hizo una pregunta que pensé que nunca me iban a realizar en Nueva Zelanda. Y es que me preguntó que qué pasó al final con De Juana Chaos. Todo esto después de descojonarse durante dos minutos antes de realizarme la pregunta. Iba un poco fumado el chaval. Y en esa misma fiesta, conocimos a una argentina que nos pidió poder dormir en nuestra casa esa noche, ya que no tenía donde dormir. Era amiga de dos argentinas que conocimos en el autobús. ¿Cómo las conocimos? Pues porque Omar estaba contando como enseñaba “la concha de tu madre” en árabe a Pan. Un español enseñando a una tailandesa un insulto argentino en árabe. Y todo esto, en Nueva Zelanda. Y las muchachas se interesaron en nuestra conversación. Los insultos siempre sirven para conocer gente. Por eso, yo me paso el día llamando “hijo de puta” a todo el mundo. Por cierto, “hijo de puta” ya le sale perfecto a nuestra compi tailandesa. Y es que solo le enseñamos palabras bonitas a la muchacha. Hablando de muchacha. A Pan le gustó mi tono de sms de “Muchachada Nui. Nuiiiii!” Y se lo ha puesto en el móvil. Lo cual es una putada, porque no hace más que recibir mensajes (tiene cientos de pretendientes) y a veces creo que pueden ser para mi (los mensajes, no los pretendientes). Hasta que me paro a pensar y digo: Seguro que es para ella. Y si, así suele ser. Ah, al final la argentina que conocimos en la fiesta (Anita) se vino a pasar el fin de semana a nuestra casa. Si es que somos una ONG.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enseñadle a Pan (mi sustituto prvisional) el "hijo de puta, hay que decirlo más" así ya os sentireis como en casa.

Tioooo, cuentanos por qué tirasteis la puerta del baño a bajo en la casa del árabe montado en el euro, que nos tienes en ascuas!

Gente poniendo drojas en el colacao, adulterando el ponche, realizando el acto sexual con el caimán-mascota del saudí en cuestion?

Luisen dijo...

Tranquilo, que tu sustituta bebe todos los días, fuma maría, fuma tabaco de liar y sabe varios insultos en español. Vamos, que no me cuesta nada llamarla "Bon" (fonéticamente Pan se dice más o menos “Bon”)

La puerta la tiró abajo otro árabe que debe ser culturista o algo así (tiene músculos hasta en los párpados) Y la razón fue porque se cerró sola con el cerrojo puesto. El cerrojo era un poco absurdo. Por cierto, fui yo quien se dió cuenta, cuando me canse de esperar al que había dentro. Y hasta que tiraron la puerta tuve que aguantar como un campeón.